| Las modalidades de trabajo se están redefiniendo a raíz de la globalización y del uso de nuevas tecnologías de la información. En el horizonte de unos años, nuestra visión del panorama laboral indica que habrá menos límites fijos entre sectores y empresas, entre el sector privado y el público. No podremos presuponer nada con respecto al contenido de un sector, o al trabajo remunerado y al no remunerado, porque todos los límites serán fluctuantes y cambiarán a menudo (entre los sectores público, privado y voluntario); las personas no desarrollarán carreras profesionales en estos sectores, sino que trabajarán dondequiera les lleven sus aptitudes.
En el futuro, cada vez más trabajo se centrará en la explotación de los conocimientos, lo que podrá adoptar diferentes formas. Más personas tendrán que trabajar para ellas mismas, incluso si técnicamente trabajan para otra persona; y más personas trabajarán por cuenta propia y menos por cuenta ajena. De hecho, la distinción entre empleo y autoempleo será irrelevante cuando se trabaje manteniendo diferentes relaciones laborales con los empleadores, a menudo varias al mismo tiempo. Se trabajará más cuando se esté dispuesto a ello, y no tanto durante un horario fijo determinado por una empresa.
La liberalización económica de la década de los años ochenta y el tremendo crecimiento de la TIC han afectado sobremanera al ritmo y la escala de lo que hemos llamado “globalización”. Su impacto en la economía industrial ha sido enorme: el tercio inferior (desde el punto de vista de las aptitudes) de la mano de obra de los países occidentales está devaluado y en algunos casos incluso ha devenido redundante a medida que las empresas han aprovechado la TIC y la jornada laboral de 24 horas y han trasladado la producción a países de menor coste en Asia y el Pacífico.
No obstante, las economías occidentales seguramente estarán mejor situadas para competir en la economía del conocimiento. Es menos probable que las empresas estén dispuestas a contratar complejos proyectos de TIC en países del Pacífico y Asia que a transferir procesos de fabricación completos.
Las consecuencias de la globalización son, como siempre, complejas. Operar a escala mundial puede comportar una menor responsabilidad moral o económica de las empresas para con los países en los que deciden ubicar la producción y, aún así, puede tener una gran influencia. Las empresas pueden tomar decisiones basadas en los costos y después alejarse de los resultados.
Las grandes empresas pueden ser más poderosas que los gobiernos individuales: se calcula que el valor de BP/Amoco supera el PIB anual de algunos países. En este marco, ¿quién se encuentra en la mejor situación a la hora de negociar?
Las grandes empresas y algunos países se han beneficiado con la globalización, y también pueden hacerlo las personas. Muchos comercializan ahora sus aptitudes en el mercado mundial. El trabajador cualificado que trabaja en línea ya puede moverse por todo el mundo sin salir de casa. Muchos más trabajadores y mucho más trabajo se disponen a liberarse globalmente.
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