El Grupo Austral y el sillón BKF

A fines de los años 30, el mundo –y Europa en particular- atravesaba una de sus etapas más convulsionadas: la Guerra Civil Española y el comienzo de la Segunda Guerra Mundial. Por ese entonces, tres jóvenes arquitectos reunidos en Buenos Aires y empeñados en difundir el mensaje de la Arquitectura Moderna en América del Sur (Bonet, Kurchan y Ferrari Hardoy), fundan el Grupo Austral. En ese mismo año conciben el prototipo del sillón BKF, diseño que se convertirá, en pocos años, en un ícono de la Modernidad y en uno de los mejores diseños de la época.  

En 1937, los arquitectos argentinos Jorge Ferrari Hardoy y Juan Kurchan se encuentran en París con el catalán Antonio Bonet en el estudio de Le Corbusier. Poco tiempo después, Bonet se exilia en la Argentina y, junto con Ferrari Hardoy y Kurchan ya de regreso, dan inicio al Grupo Austral. También formaron parte del Grupo figuras emblemáticas como Amancio Williams, Mario Roberto Álvarez, Horacio Vera Ramos, Abel López Chas, Samuel Oliver, José María Pastor, Simón Ungar y Federico Peralta Ramos, entre otros.

El Grupo Austral dio a conocer sus ideas principales en unos cuadernillos publicados como suplemento en la revista “Nuestra Arquitectura”, en los números de junio, septiembre y octubre de 1939, y en tres números de la efímera revista “Tecné”, a principios de 1940. En ellos se efectuaba una crítica sobre la forma en la que se interpretaban los conceptos del Movimiento Moderno. El Grupo Austral consideraba que se estaba tergiversando su esencia para transformarlo en un nuevo academicismo, en un nuevo estándar.

La influencia de Le Corbusier fue fundamental en el Grupo y puede observarse claramente en su producción arquitectónica (el edificio de Suipacha y Paraguay es un claro ejemplo). Aunque, en rigor de verdad, el Grupo no produjo conjuntamente ninguna construcción, buena parte de sus ideas se encuentran expresadas en las obras que sus miembros crearon solos o formando parte de distintos equipos.

Los grandes legados de este grupo de arquitectos fueron su manifiesto “Libertad y acción”, el edificio de Virrey del Pino, el edificio de Suipacha y Paraguay y el sillón BKF (denominado así por las iniciales de los apellidos de los autores). A esto se suman como concepto y desarrollo teórico, las viviendas rurales que tienen en cuenta el clima, los sistemas de construcción tradicionales, los materiales locales y el modo de vida de sus habitantes.

En diciembre de 1938, con ideas que ya habían fermentado durante la estancia de sus creadores en París, sale a  la luz el sillón BKF. Creado inicialmente para los ateliers de Suipacha y Paraguay, el primer nombre que recibió fue “Modelo Austral”. Se trataba de un sillón consistente en una estructura de hierro continua con una cubierta de cuero cosido y colgado de los extremos a modo de asiento y respaldo.

El esqueleto de hierro redondo de 12 mm, doblado a máquina y pulido a mano para alcanzar un acabado continuo, era luego tratado con pintura y recibía un tratamiento superficial de protección. El asiento propiamente dicho, estaba construido en cuero con forro interior de lona. El acople entre ambos elementos se realizaba mediante cuatro bolsillos ubicados en los ángulos del cuero, en los cuales se insertaban los codos de la estructura metálica.

Muchos ven un antecedente del sillón BKF en la “Tripolina”, una silla plegable de madera y lona utilizada durante el siglo XIX por el ejército inglés en el norte de África, patentada en 1877 por Joseph Beverly Fenby. La BKF, sin embargo, era un objeto mucho más refinado y sencillo. Lejos del modelo de madera plegable y pragmático de la Tripolina, el diseño de Bonet, Kurchan y Ferrari Hardoy se resolvía con un esbelto armazón fabricado en acero macizo sobre el que se colocaba una funda de cuero para conformar asiento y respaldo.

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