Las emergencias que pueden ocurrir en un edificio son muy variadas y nos recuerdan cuán vulnerables somos frente a un desastre. En el caso que se produzca un incendio, ya no hay tiempo para pensar en las medidas de prevención. Por eso es importante contar con un Rol de Emergencia bien establecido y educar a la gente en la autoprotección y el sentido común a la hora de afrontar un siniestro.

Tanto a nivel internacional como nacional, las instituciones como la Organización Mundial de la Salud, la Organización Internacional del Trabajo, la National Fire Protection de los EE.UU., el Instituto Argentino de Racionalización de Materiales (IRAM) y el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), por nombrar solo algunas, están permanentemente emitiendo normas y reglamentaciones para ir ajustando las condiciones con las que debe cumplir determinado edificio, tipo de trabajo o instalación, para que no sufra accidentes.

Pero además, en el caso de la lucha contra el fuego, es importante que la gente esté entrenada y que desarrolle la capacidad de autoprotección; para ello es necesario que sepa cómo se extingue el fuego, qué significa la leyenda “ABC” que aparece en los matafuegos, dónde están los sprinklers, cuál es la ruta de emergencia, cuáles son las conductas a adoptar en caso de emergencia, a fin de que la evacuación sea lo más rápida y segura posible. En este sentido también es importante constatar si hay matafuegos, cuál es el más cercano y en qué condiciones se encuentra.   

Cada uno de nosotros debe estar preparado para la emergencia, y de nuestra conducta va a depender, en definitiva, nuestra propia seguridad. Algunos de los siguientes ejemplos resultarán muy ilustrativos:

El 1º de febrero de 1974, el edificio Yoelma, uno de los más imponentes de São Paulo en esa época, ardía en llamas dejando 179 muertos y 345 heridos. El edificio de 25 pisos, había sido inaugurado 14 meses atrás y estaba ocupado por 700 personas.  Contrariamente a lo que se cree, solamente el 5% de las víctimas murió como producto de las quemaduras; el 30% de los ocupantes murió por asfixia; el 25% por otras causas (fallos cardíacos, etc.) y el 40% de las personas (71 ocupantes) se arrojó al vacío por temor a morir quemado.
En el 70% de los incendios en edificios el pánico produce más víctimas que el fuego mismo, por eso es tan importante el Rol de Emergencia.

El 20 de diciembre de 1993, en Olivos, ardía la discoteca Kheyvis. Dos adolescentes habrían rociado con alcohol y prendido fuego un sillón, desatando una tragedia donde murieron 17 jóvenes. Entre otras irregularidades, el edificio no estaba preparado para un siniestro.

El 11 de septiembre de 2001, durante el atentado al World Trade Center, en Manhattan, murieron, entre ocupantes de los edificios y pasajeros de los aviones, 2.950 personas. En este caso, cabe destacar el importante papel que cumplió el Rol de Emergencia ya que, pese a lo inusual del desastre –nadie podía imaginar un avión chocando contra un edificio- se salvaron 47.000 vidas. Esto demuestra hasta qué punto organizarse para la emergencia puede hacer la diferencia.

El 30 de diciembre de 2004, en el barrio porteño de Once se registraba la tragedia de Cromagnon; allí, durante un recital, una bengala desató un incendio que produjo 193 muertos y 1.432 heridos. El local se encontraba habilitado para dichos espectáculos con una capacidad de hasta 1.031 personas; sin embargo el recuento del público era bastante mayor a esta cifra. En la causa judicial se aseguró que ingresaron, al menos, 4.500 personas, ya que se habían vendido las 3.500 entradas disponibles y se calcula que 1.000 personas ingresaron sin la misma. La puerta de emergencia estaba trabada.

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