|
Concebida en la Universidad de la Columbia Británica en 1990 por Mathis Wackernagel y William Rees, la huella ecológica es hoy en día utilizada ampliamente por científicos, empresas, gobiernos, personas e instituciones que trabajan para supervisar el uso de los recursos naturales de manera tal que la humanidad pueda avanzar hacia el desarrollo sostenible. Se puede medir la huella ecológica a escala global, pero también la huella de una región, de un país o de una organización a fin de determinar cuál es la presión sobre los recursos del planeta. Esto también permitirá comprender, en varias escalas y dentro de un contexto determinado, de qué manera las empresas pueden manejar sus activos para contribuir con los objetivos del desarrollo sostenible, mejorar la previsión de las tendencias del mercado y marcar una dirección estratégica.
La huella global
En el mes de octubre de 2010, la Red Global de Medición de la Huella Ecológica (Global Footprint Network) presentó el último informe elaborado a partir de los datos obtenidos en 2007, y sus conclusiones muestran una tendencia consistente y alarmante: se confirma un crecimiento continuo de la presión sobre los recursos biológicos.
¿Qué parámetros se tienen en cuenta para llegar a esta alarmante conclusión? Por un lado, se considera la huella ecológica, que se define como la demanda de recursos biológicos globales que produce el planeta durante un año calendario. Para estimar esta demanda se unifican todas las demandas de bio-recursos en una unidad común denominada Hectárea Global (gHa), esto es, una hectárea hipotética que incluye la suma de todas las áreas de superficie del mundo utilizadas para satisfacer las necesidades de productos biológicos de un país, una región o, incluso, una persona. La Hectárea Global se calcula a partir de las áreas utilizadas para cultivos agrícolas, pastoreo, recursos pesqueros, maderas, pulpas y fibras; también por las áreas de bosques con que contamos para absorber el exceso de dióxido de carbono en la atmósfera y, finalmente, las áreas ocupadas por asentamientos humanos directos (ciudades, industrias, rellenos sanitarios, espejos de agua artificiales y rutas, entre otros).
Otro parámetro que se tiene en cuenta es la biocapacidad, es decir, la capacidad de un área específica -biológicamente productiva- para generar un abastecimiento regular de recursos renovables y para absorber los desechos resultantes de su consumo.
De la comparación de ambos valores para una región determinada se deduce que, si la huella ecológica es mayor que la biocapacidad, se genera un "déficit ecológico". Esto determina que el exceso de consumo es posible a costa de utilizar recursos de otros territorios o en detrimento de las generaciones futuras.
El último informe de la Global Footprint Network correspondiente al año 2010 -basado en datos de 2007- refleja que la huella ecológica mundial es de 18 mil millones de gHa con una población mundial de 6.700 millones de personas, lo que da como resultado una huella promedio de 2,7 gHa por persona.
La biocapacidad mundial, por su parte, se calculó en 11,9 mil millones de gHa, lo que da por resultado 1,8 gHa por persona. Esto significa que la biocapacidad mundial fue superada en aproximadamente un 50%. El informe refleja que en 2007, la humanidad utilizó el equivalente en recursos de 1,5 veces el del planeta Tierra para soportar su estilo de vida. Dicho de otro modo, le tomará al planeta un año y medio regenerar lo consumido en 2007. Por eso, de continuar con la tendencia en la demanda actual de recursos naturales, se estima que se necesitarían 2 planetas Tierra para el año 2030.
(...) La nota completa, en el número impreso |