| Los trastornos musculoesqueléticos afectan a los trabajadores de todos los sectores, pero las mujeres parecen presentar un mayor riesgo. ¿Existen diferencias en función del sexo en la propensión a padecer trastornos musculoesqueléticos de origen laboral en el cuello y las extremidades superiores? Un análisis de la información sobre el tema indica que, en general, las mujeres manifiestan más síntomas.
¿A qué se debe este fenómeno?
Un motivo podría ser que el mercado laboral está todavía segregado en función del sexo. Los hombres y las mujeres trabajan en sectores diferentes –o, más exactamente, llevan a cabo diferentes tareas-. Hasta ahora, al observar los factores de riesgo laborales, se ha dedicado mucha más atención a los tipos de exposición que requieren un gran esfuerzo físico como, por ejemplo, la manipulación manual de materiales, el polvo y los ruidos, entornos que habitualmente ocupan los hombres. En estos tipos de exposición a factores de riesgo se suele poner más énfasis en el esfuerzo general de todo el cuerpo y en el gasto de energía, que en el esfuerzo localizado y repetitivo de las extremidades superiores.
Los trabajos que ejercen una gran carga estática sobre el cuello y los hombros, acompañada de un uso repetitivo de grupos de músculos pequeños, acarrean un alto riesgo de trastornos de las extremidades superiores. Durante el trabajo manual dinámico de manejo de cargas ligeras, cuanto mayor es la velocidad del movimiento o la necesidad de precisión, o ambas a la vez, se detecta un aumento de la fuerza muscular medida en relación con su capacidad (Bernard, 1997; Sjøgaard y Sjøgaard, 1998). Las exigencias físicas de estos trabajos intensivos femeninos suelen parecer (a quienes no los ejercen) menos incómodas que las de los trabajos desempeñados habitualmente por los hombres. Además, algunos estudios han demostrado que las mujeres y los hombres que trabajan en los mismos lugares, incluso ocupando los mismos puestos, no siempre desempeñan labores con las mismas exigencias físicas ni con la misma organización del trabajo (Punnett y Herbert, 2000).
Como término medio, las mujeres suelen desempeñar trabajos más repetitivos, mientras que, en comparación, los hombres no suelen permanecer sentados mucho tiempo.
Carga de trabajo y organización
Los principales factores de riesgo que desencadenan los trastornos musculoesqueléticos en el lugar de trabajo están vinculados tanto a la carga física como a la organización general del trabajo, es decir, a la manera de organizar, asignar y supervisar las actividades relacionadas con la producción o los servicios.
Esta organización incluye aspectos físicos del trabajo tales como, por ejemplo, el ritmo, el grado de repetición, la duración de la exposición a los factores de riesgo y el tiempo de recuperación, así como a las dimensiones psicosociales del entorno laboral: libertad de decisión, exigencias psicosociales del trabajo, y apoyo social de los supervisores y entre los compañeros de trabajo.
Las exigencias psicosociales del trabajo suelen referirse tanto a un ritmo de trabajo físico rápido como a la sensación de trabajar con presión de tiempo (Punnett y Herbert, 2000).
Las estadísticas (Fig. 1) ilustran las diferencias en función del sexo en los síntomas de origen laboral. Por otra parte, las estadísticas de baja por enfermedad muestran una tasa más elevada y de mayor duración entre las trabajadoras.
Pero, ¿qué es lo que ocultan las estadísticas de las enfermedades de origen laboral?
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