| Durante la Revolución Industrial, la fábrica significó un medio para organizar la producción de bienes en masa. Hoy, Internet representa lo que en ese entonces fue la fábrica, pero a una escala mucho mayor; ha permitido la globalización de la economía a escala planetaria, ha modificado nuestros hábitos de consumo a través del comercio electrónico, ha transformado la forma en la que trabajamos y ha reorientado las estrategias de negocios, entre muchos otros cambios. Pero el acceso a estas tecnologías no es parejo en todo el mundo, sino que está íntimamente relacionado con las condiciones sociales, los recursos económicos, la infraestructura y las limitaciones de cada país.
En 1832 Samuel Morse inventaba el telégrafo, en 1876 Alexander Graham Bell patentaba el teléfono y en 1893 Nikolai Tesla hacía sus primeros experimentos en radiotelegrafía , tal vez sin adivinar que estaban abriendo el camino hacia la tercera revolución industrial que, en las últimas décadas del siglo XX, daría origen al desarrollo de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) en múltiples direcciones: la telefonía móvil, la radiotransmisión de paquetes de datos, las redes de acceso inalámbricas, las plataformas portátiles, etc. En definitiva, toda una colección de herramientas, soportes y canales destinada al tratamiento y el acceso a la información. Desde entonces, una cantidad innumerable de desarrollos han modelado a la red de redes, Internet, tal como hoy la conocemos.
Internet representa una nueva forma de organización de la producción, lo que en su momento representó la fábrica para la revolución industrial: un medio para organizar la producción en masa. Hoy Internet es lo que entonces fue la fábrica, pero con una diferencia: mientras que la fábrica se concentraba, fundamentalmente, en las actividades productivas de bienes, Internet está afectando todos los órdenes de la actividad humana, redefiniendo la organización de la producción de bienes y servicios, pero a su vez, influyendo profundamente en las formas de gobernar, de trabajar, de estudiar y de relacionarse.
Hoy estamos viviendo la tercera revolución industrial, la sociedad de la información, de la microelectrónica, la biotecnología y la robótica. De la misma manera que la revolución industrial no fue solamente un profundo cambio tecnológico, sino que supuso una extensa transformación de la vida económica y social, esta tercera revolución también ha producido formidables modificaciones en diversos ámbitos. Las economías nacionales han devenido en economías globales, de tal forma que hoy las empresas pueden hacer negocios a escala mundial, comprando productos o servicios donde los costos son bajos y vendiendo allí donde los precios son más altos, con las consecuencias que esta globalización acarrea para las economías menos favorecidas.
Otro cambio importante que ha producido el rápido avance de las tecnologías de la información y la comunicación se observa en los hábitos de consumo. Un ejemplo paradigmático es el aumento meteórico del comercio electrónico: las ventas por Internet se multiplican por 10 cada cinco años. Esto se debe a que el comercio electrónico resulta más barato que el convencional, ya que no se necesitan locales, empleados, etc.
Pero también se ven grandes cambios en el mundo del trabajo. Hoy se puede trabajar desde la casa o desde otras locaciones, lo cual reduce la necesidad de espacio en los lugares de trabajo, con la consecuente economía. Las tecnologías de la información también han hecho posible la descentralización del trabajo y la coordinación de tareas en una red interactiva de comunicación en tiempo real, ya sea entre continentes o entre plantas de un mismo edificio.
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