| La tecnología está transformando las relaciones humanas y la organización del trabajo. Cuanto antes las empresas se animen a implementar metodologías innovadoras como el teletrabajo, estarán en mejores condiciones para retener a su gente más valiosa y atraer a jóvenes profesionales talentosos; las nuevas generaciones valoran más la flexibilidad laboral que los aspectos salariales.
Históricamente, las oficinas se constituyeron como los centros donde se almacenaba la información necesaria para trabajar. Para poder tomar una decisión, era necesario estar frente a frente con una o más personas, comunicar una idea, llegar a un acuerdo. Con el tiempo empezaron a aparecer los primeros sistemas de información y las primeras computadoras que iniciaron una meteórica evolución hasta nuestros días.
Se puede decir que, actualmente, la actividad laboral está centrada principalmente en el manejo de información. La evolución tecnológica fue generando las condiciones para hacer posible lo que sucede hoy: cualquier persona puede acceder a la información desde cualquier lugar y desde cualquier dispositivo.
Si las empresas desarrollaran la capacidad de organizarse de forma tal que todas las tareas que requieren del manejo de información se pudieran agrupar en dos o tres días de la semana, con la tecnología actual se podría trabajar desde cualquier lugar y no necesariamente en una oficina. Por este motivo, las nuevas oficinas que se están gestando en las empresas del siglo XXI ya han implementado el teletrabajo y tienen cada vez menos puestos de trabajo, más posiciones compartidas y más salas de reuniones, lo cual genera un ahorro muy importante en los costos de operación y mantenimiento.
Al mismo tiempo, las nuevas generaciones de trabajadores están pidiendo cada vez más flexibilidad laboral y los avances tecnológicos hoy lo hacen posible. Sin embargo, los modelos de organización del trabajo han evolucionado de forma mucho más lenta, lo cual crea una brecha peligrosa que puede causar problemas de retención y atracción de talentos a las empresas.
El nuevo paradigma
El concepto de teletrabajo nace en EE.UU. en 1973, a partir de una vanguardista y exhaustiva investigación llevada a cabo por Jack Nilles sobre la aplicación de las tecnologías en el trabajo para reducir el traslado de los empleados a la oficina.
Se puede definir el teletrabajo como la acción de desarrollar toda, o parte de la actividad laboral, desde un lugar alejado de la oficina del empleador utilizando las tecnologías de información y comunicación para mantener un vínculo con la misma.
Se trata de aprovechar las nuevas tecnologías y de mover el trabajo hacia los trabajadores. Este es un nuevo paradigma que las compañías tienen que aceptar si quieren bajar los altos costos de operación.
Es importante señalar que existe teletrabajo cuando hay una relación laboral de dependencia (es importante adecuarse al marco legal vigente), lo cual excluye de esta categoría a la actividad free lance y a los autónomos o cuentapropistas.
Tampoco se debe reducir el concepto de teletrabajo a trabajar desde la casa, ya que el home office es sólo una de las variantes que puede ofrecer esta modalidad. Lo importante es que el empleado no concurra a trabajar a la oficina determinados días y lo haga desde una locación adecuada (las oficinas del cliente, centros de teletrabajo, etc.).
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