La convergencia de las tendencias de negocios con las nuevas tecnologías de la comunicación está impulsando el rápido crecimiento del teletrabajo. Las computadoras, los dispositivos portátiles, las conexiones inalámbricas, las comunicaciones de voz y datos, los procesos de trabajo sin papel y otras innovaciones, han hecho posible que la información y el trabajo puedan ser cada vez más móviles. Pero, para alcanzar los beneficios que el teletrabajo puede brindar, su implementación dentro de la empresa debe estar muy bien diseñada. Será, pues, necesario recurrir a una adecuada planificación y gestión del cambio para acompañar la fase de transición desde la oficina tradicional hacia la oficina virtual. Este enfoque contribuirá a realizar el proceso con éxito, a fin de alcanzar y mantener los beneficios buscados.

La primera forma de teletrabajo surge en los años 70 como consecuencia de la crisis del petróleo. Ante los exorbitantes precios del crudo y la crisis generalizada, algunas empresas ven en esta modalidad una forma interesante de reducir los costos. No obstante, sólo se puede aplicar -principalmente en los Estados Unidos- entre unos pocos trabajadores de empresas y del mundo académico. Entre otras razones, porque la tecnología de entonces no ofrecía las inmensas posibilidades que nos ofrece ahora.

En la actualidad, las tendencias sociales, junto con la creciente disponibilidad de una tecnología de comunicaciones portátil, potente y asequible, han evolucionado hacia la adopción del teletrabajo como un emergente natural para hacer frente a diversos tipos de problemas: el medio ambiente, la búsqueda de un equilibrio entre el trabajo y la vida personal, el aumento de la flexibilidad y la necesidad de dar una respuesta rápida a las oportunidades que se presentan en la nueva economía global.

El teletrabajo se puede definir como el acto de cumplir todas o una parte de las funciones del trabajo desde una locación alternativa, tal como trabajar desde la casa o desde una oficina satélite, un aeropuerto u otro sitio con conectividad. Se pueden distinguir distintos tipos de teletrabajo:

Home Office: el empleado trabaja desde el hogar.
Oficinas Satélite: el empleado trabaja desde otra locación para un solo empleador.
Centros de Teletrabajo: el empleado trabaja desde otra locación compartida por más de una organización.
Trabajadores Móviles: el empleado trabaja al menos 10 horas fuera del hogar y de la oficina. Por ejemplo: cuando está de viaje, haciendo trabajo de campo o en oficinas ajenas (clientes, proveedores, etc.).

El teletrabajo significa una verdadera reorganización del trabajo, tanto en su concepción como en su ejecución; va mucho más allá del "horario flexible" y debe ser adoptado como un cambio fundamental en la naturaleza del trabajo, lo que hará necesaria una profunda reestructuración de la empresa.
En este escenario, la nueva forma de gestión se caracteriza por pequeños grupos de redes que funcionan como células autogestionadas con una estructura jerárquica horizontal, orientadas a objetivos, y profusamente conectadas con otros equipos multidisciplinarios. Pueden funcionar como equipos virtuales. Una salvedad importante es que la organización así virtualizada debe ofrecer una estructura para el aprendizaje, es decir, para transmitir la cultura y el conocimiento necesarios a los nuevos miembros y para reasignar nuevos proyectos a los equipos.
Sin embargo, este cambio de paradigma suele ser fuertemente resistido. Para que sea posible debe haber un fuerte respaldo de los directivos; estos tienen que ser los primeros en dar el ejemplo al establecer normas, mejores prácticas y formas de evaluar la productividad en escenarios de trabajo remoto.

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