Los FM son conscientes de la pérdida de productividad que los efectos de la mala salud pueden producir cuando se propagan enfermedades infecciosas a través de un edificio. Un ambiente interior saludable se refleja tanto en la disminución de los costos de cuidados para la salud como en la reducción de la pérdida de horas de trabajo. La instalación de un dispositivo de rayos ultravioleta C (UVC) en el sistema de climatización puede ser una estrategia eficaz para combatir moho, bacterias, y virus que comprometen la salud y el bienestar de las personas.

El aire contaminado dentro de los edificios puede causar graves problemas de salud a sus ocupantes. De los muchos contaminantes encontrados en el aire interior, los bioaerosoles son considerados como los responsables de las alergias y otras molestias. Se trata de productos que vuelan por el aire y pueden incluir microorganismos patógenos, gases metabólicos y otras toxinas que pueden causar reacciones tóxicas y alérgicas, irritaciones y olores.

En los equipos de climatización, los mohos y algunas bacterias pueden proliferar durante años. Los ventiladores diseminan o recirculan microorganismos tanto por el sistema como por los ambientes. Estos microorganismos pueden ser mohos y bacterias que crecen en la serpentina de enfriamiento, así como virus, bacterias y microtoxinas de moho que viajan en la corriente de aire.

En este punto es de vital importancia tomar todas las medidas preventivas que se pueda para evitar la proliferación de estos agentes en los sistemas de aire acondicionado. La instalación de un dispositivo de rayos ultravioleta C (UVC) puede ser una estrategia eficaz para combatirlos y mejorar la calidad del aire interior.

Los dispositivos UVC diseñados específicamente para su instalación en los sistemas de aire acondicionado se introdujeron en la década de 1990. Desde entonces, su uso ha progresado desde un estado de virtual desconocimiento hasta una creciente aceptación por parte de FMs, ingenieros y corporaciones.

¿Qué es la radiación UVC?
La radiación ultravioleta (UV) es una radiación no ionizante en el espectro electromagnético dentro de tres bandas de longitud de onda: UVC (de 100 a 280 nm), UVB (de 280 a 315 nm) y UVA (de 315 a 400 nm). La radiación ultravioleta de onda corta en la banda "C" se ha utilizado por más de 100 años como germicida para combatir los microorganismos que causan problemas en la calidad del aire interior. No obstante, de la eliminación de microorganismos es responsable principalmente la longitud de onda de 253,7 nanómetros, pues posee la máxima eficacia sobre el factor hereditario contenido en el núcleo celular de los mismos. La onda penetra en la estructura exterior de la célula y altera la molécula de ADN; de esta manera se impide su replicación y se produce la muerte celular.

La luz ultravioleta en forma de lámparas germicidas se ha utilizado desde finales de 1800. Niels Ryberg Finsen (1860-1904) fue el primero en emplear los rayos UV en el tratamiento de enfermedades. Fue galardonado con el Premio Nobel de Medicina en 1903.

Westinghouse desarrolla la primera lámpara UVC germicida comercial durante la década de 1930. Se utiliza principalmente en los hospitales. Después de la Segunda Guerra Mundial, las lámparas UVC se utilizan para la esterilización de ambientes donde la contaminación microbiológica es una preocupación. Normalmente se recurre a un haz de UVC dirigido a través del techo de una habitación.

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