En un mundo que está en constante cambio, los ejecutivos de la alta dirigencia suelen verse obligados a convivir con la incertidumbre, la ansiedad y el estrés. Y si estos factores no se administran adecuadamente, pueden terminar contaminando el estilo de liderazgo y afectar a la gestión empresarial. El bienestar y el equilibrio internos como la base de un liderazgo eficiente e inspirador a veces debe apuntalarse con herramientas adecuadas. El coaching ejecutivo es una opción cada vez más común en las empresas en las que el alto rendimiento y la búsqueda de resultados exitosos crean la necesidad de métodos organizacionales donde el trabajo en equipo y la alta preparación para el mismo hacen imprescindible contar con recursos humanos dotados de condiciones similares a las de los atletas de alta competencia.

Seis a seis en el quinto set de un extenuante partido. Tie break 9 a 8 y con su saque, el tenista mira hacia el costado de la cancha con el rabillo del ojo, y la cámara intrusa captura el momento exacto en el que el coach, con un simple movimiento de cabeza, envía una señal solamente comprensible para el jugador. Un preciso saque a la T y el partido se cierra con un ace. Después, una escena recorrida cientos de veces: el salto de festejo, el llanto, los aplausos y el reconocimiento a las personas que desde afuera contribuyeron a construir la victoria, incluido, en el mejor de los casos, un abrazo con el coach.

Nueve de la noche de una extenuante jornada de trabajo. Falta completar las dos últimas diapositivas para culminar la presentación que significará la posibilidad de un importante paso en la carrera del ejecutivo. Levanta su mirada por encima de la computadora y observa a la audiencia, entre los cuales se encuentra su coach. Este envía una señal casi imperceptible que le permite a este otro jugador finalizar un trabajo que cambiará su destino profesional.

La primera de las escenas es largamente conocida por todas las personas aficionadas al deporte. La segunda de ellas es, por supuesto, ficticia y de dudosa popularidad y ocurrencia. Difícilmente podamos, en principio, acceder tan públicamente a momentos como el descrito en la segunda de las opciones; pero ilustra la creciente comprensión y la necesidad, por parte de las empresas y de los ejecutivos, de que el alto rendimiento en los negocios se logra con dinámicas de trabajo en equipo que requieren, no sólo de una extensiva preparación, sino también de una asistencia permanente para el logro de los objetivos propuestos, y destreza en el manejo de conflictos en los grupos.

El coaching ejecutivo se está convirtiendo en una práctica cada vez más común en aquellas empresas en las que el alto rendimiento y la búsqueda de resultados exitosos crean la necesidad de métodos organizacionales donde el trabajo en equipo y la alta preparación para el mismo hacen imprescindible contar con recursos humanos dotados de condiciones similares a las de los atletas de alta competencia. Sabido es que el éxito en los equipos no depende de la ausencia de conflictos -algo altamente improbable-, sino de la capacidad para resolver las innumerables situaciones que conspiran contra la consecución de los logros y de la habilidad para administrar los diálogos que ayuden a sobrellevarlos.

De todas maneras, y a pesar de la metáfora fácil entre un equipo de deportistas y un equipo de ejecutivos, y de la muy trillada fórmula de convencer a estos últimos de que son atletas corporativos, las diferencias de encuadre y de contexto entre unos y otros requieren una adecuada distinción que rescate al mismo tiempo sus similitudes.

(...) La nota completa, en el número impreso