La competencia mundial, el mayor uso de la tecnología de la información, el aumento de la productividad y el reajuste de los valores humanos y sociales son sólo algunos de los factores que propician los cambios trascendentales del mundo del trabajo actual.

Una gran variedad de productos personalizados con unos niveles de calidad y plazos muy estrictos, ciclos de innovación más cortos y una mayor tendencia a la desregulación son las características distintivas de la situación actual en los mercados internacionales. La globalización y la liberalización del comercio mundial vienen acompañadas del rápido cambio tecnológico y de una competencia cada vez más intensa. En el trabajo del futuro, el éxito dependerá de los recursos humanos de conocimiento y creatividad. El uso de estos recursos exige aplicar estrategias de prevención apropiadas para estabilizar y fomentar la salud y la capacidad productiva del personal. La prevención se convierte actualmente en uno de los principales requisitos de la innovación en la sociedad de servicios basada en el uso intensivo de conocimientos.

Hacia la sociedad de servicios intensiva en conocimientos
En cuanto al futuro de la actividad empresarial, todo indica que elementos y valores abstractos como la información, las emociones, las relaciones y los servicios abarcarán una cuota cada vez mayor del valor agregado. No obstante, esto no implica que la producción de bienes materiales vaya a perder importancia. Por el contrario, a medida que nos acercamos a una economía de servicios, podemos observar que la sociedad abandona la práctica de ver en la producción y el servicio dos entidades separadas. A través de la producción integrada de productos y servicios, sería preciso satisfacer las necesidades de los clientes, explotar los efectos de la sinergia y desarrollar el potencial del nuevo mercado. Habrá productos innovadores de éxito siempre que haya un valor agregado tangible en forma de comodidad y entretenimiento.

Otros factores que influyen en las gamas de productos se derivan de la tendencia demográfica al envejecimiento de la población, lo que propiciará profundos cambios en la estructura de empleo y en los ámbitos de la salud y las pensiones.

Nuevas normas de trabajo

La actividad comercial basada en valores abstractos y en la información está regida por normas diferentes de las que se aplican en la producción de bienes materiales. A medida que aumenta la importancia de la información, las tradicionales distinciones socioeconómicas pierden nitidez. Al mismo tiempo, con la información surgen nuevas normas de trabajo. Una de las más evidentes es la necesidad de organizar el trabajo de modo más flexible y efectivo que antes.

Las empresas deben afrontar cada vez más la producción de productos de alta calidad y personalizados, con un servicio posventa completo y con las mismas condiciones y los mismos precios que la producción de grandes series. Esta diversidad sólo puede lograrse con procesos de producción flexibles e informatizados, lo que equivale a invertir las reglas de producción masiva. Mientras que en la época de la mecanización el aumento del volumen de los lotes de producción comportaba una disminución del coste unitario, en la era de la información unos lotes de producción cortos y personalizados pueden comportar un ahorro de costes. Mientras que la mecanización engendró la producción masiva, la informatización dicta su sentencia de muerte.

La infraestructura imprescindible para el trabajo con la información es la informática interconectada, que permite el intercambio internacional de datos. El flujo material de productos se complementa cada vez más con un flujo inmaterial de información. A diferencia de la mercancía, la información puede transferirse y distribuirse sin que el propietario original la pierda.

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