La utilización racional de la energía, además de ser una responsabilidad para con nosotros mismos y para con el planeta, es una práctica rentable. Como norma general, la eficiencia energética requiere una mayor inversión que el dispendio y el derroche. Menos consumo dará como resultado más recursos disponibles. En el sector privado, un ahorro económico permite una mayor competitividad de la empresa, y en el sector público, son nuestros propios bolsillos los que se ahorran el dinero o, por lo menos, esos fondos que pudieran liberarse podrían ser destinados, por ejemplo, a programas de concientización energética y de gestión de la demanda.
Los siguientes párrafos se dedican a enumerar una serie de consideraciones y medidas que pueden ayudar a reducir el consumo energético en la oficina.


Buenas prácticas energéticas en la oficina
Existen algunas medidas que no requieren una gran inversión y que pueden ser observadas y adaptadas a situaciones particulares. Es conveniente, además, que todo el personal que trabaja en la oficina desarrolle hábitos y conductas ahorradoras de recursos y de energía. El ahorro de energía no es una cuestión exclusiva de expertos, es también una responsabilidad individual.

- Calefacción
La calefacción representa uno de los mayores gastos de energía en la oficina, por lo que constituye uno de los focos de mayor ahorro. No son pocos los casos en los que la calefacción genera situaciones de disconfort, pero pequeños ajustes ayudan a mejorar las condiciones ambientales de la oficina y a ahorrar dinero. Procure que la temperatura se mantenga en torno a los 19 ºC: por cada grado de sobrecalentamiento los costes aumentan en aproximadamente un 8 %.
Algunas de las medidas que pueden implementarse son:

· Reducción del nivel de calefacción en algunas zonas donde esta no es necesaria, como los depósitos y pasillos.
· Los termostatos y los sensores deben estar colocados en los lugares adecuados: lejos de ventanas, fuentes de calor y corrientes de aire.
· Los temporizadores de calefacción y ventilación deben estar programados para adecuarse a los patrones de ocupación. Por cuestiones de inercia térmica, siempre es recomendable poner en funcionamiento la calefacción antes de ocupar una estancia y apagarla antes de abandonarla. Compruebe que la calefacción y la ventilación se apaguen cuando el edificio está desocupado.
· Las superficies de calefacción y los filtros de ventilación de los calefactores deben limpiarse regularmente.

- Sistemas de aire acondicionado
El mal uso del aire acondicionado es otra fuente por la que se pierde energía. Antes de instalar o renovar el aire acondicionado, lo primero es actuar sobre la arquitectura general del edificio para poder disminuir la potencia de refrigeración necesaria.

· Equipar las ventanas con cristales absorbentes y protecciones exteriores. Igualmente, se deberían utilizar colores reflectantes para las paredes exteriores.
· Cumplir un plan de mantenimiento a fin de mantener limpios los condensadores de aire, los evaporadores y los filtros, comprobar las conexiones eléctricas, verificar las presiones del circuito, etc.
· La temperatura recomendada para conseguir una sensación de bienestar se sitúa, en verano, en torno a los 24ºC. Recordar que la instalación no tiene por qué funcionar de noche ni los fines de semana. Los temporizadores permiten adecuar su funcionamiento según las necesidades.

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