La cubierta, la quinta fachada de los arquitectos modernos, ha representado, desde los comienzos de la historia humana, la protección contra los elementos; y a medida que el hábitat humano fue evolucionando, el diseño de la cubierta también lo hizo. El diseño tradicional tiene en cuenta las funciones de aislamiento térmico e hidrófugo, estanqueidad, protección y estética. Un enfoque ambiental puede tener en cuenta otros factores como la eficiencia energética y los efectos que el entorno construido tiene sobre el medio ambiente.
La cubierta es un elemento complejo que ha ido evolucionando desde los troncos y hojas de árboles, el cuero y la arcilla -por citar sólo algunos- hasta las cubiertas de gran tecnología. Los recursos naturales disponibles y las condiciones climáticas han representado, a lo largo de la historia, los fundamentos y la clave de su evolución.
Cada clima exige a la cubierta mayor o menor protección para los espacios que cobija. En algunos casos bastará con un plano para defenderse del sol; en otros se precisará protección contra la lluvia, la nieve o el viento. Es así como cada tipo de cubierta adopta una forma y unas características constructivas derivadas de la función que debe cumplir.
En el caso de la cubierta plana, podemos encontrar sus antecedentes más lejanos en la antigua Mesopotamia: un envigado de madera o cañas cubierto por un entramado de fibras y una capa de tierra sin apisonar (origen de la actual denominación “terraza”). La gran masa de esta cubierta ofrecía grandes ventajas desde el punto de vista térmico y acústico debido a su capacidad aislante y acumuladora. Pero presentaba el inconveniente del peso que se incrementaba con la retención del agua de lluvia y la consiguiente disminución de sus propiedades aislantes, por no mencionar el sobrepeso de la estructura portante.
A lo largo de su evolución, la tierra es sustituida por elementos más livianos que solucionan el problema del peso pero comprometen el aislamiento térmico e hidrófugo. Es a partir de los años treinta, con la implantación de los postulados del Movimiento Moderno, que el uso de la cubierta plana se generaliza. Uno de los factores que lo hace posible es el desarrollo de materiales impermeables que posibilitan la estanquidad de la cubierta por un período de tiempo razonable; y otro de los factores, es la simplificación de los procesos constructivos que la transforman en una solución más económica frente a la cubierta inclinada. De esta forma, la cubierta plana se ha transformado en la fisonomía habitual de las ciudades modernas y en la elección y la imagen por antonomasia de los edificios actuales.
Si damos un vistazo aéreo a la ciudad contemporánea, notaremos que la cubierta de hoy, a pesar de los desvelos del Movimiento Moderno por dotarla de independencia y funcionalidad, tiene un carácter de inutilidad más allá del hecho de cubrir y proteger el edificio. Sin embargo, esta misma cubierta puede comenzar a generar relaciones ambientales interesantes deviniendo en un elemento útil que aprovecha pasivamente las fuentes de energías naturales, gana autonomía y ayuda a convertir al espacio que cobija en uno más sostenible y autosuficiente desde el punto de vista energético.
Cubiertas verdes
1. Consideraciones generales
Una cubierta verde es una superficie tapizada de vegetación que se constituye sobre un techo plano o de escasa pendiente, convenientemente dispuesto para ello. Cumple las funciones habituales de cualquier cubierta (protección, estanquidad, aislamiento térmico y acústico) y además ofrece algunas otras ventajas:
(...) La nota completa, en el número impreso
|