El estilo de vida de este siglo ha gestado nuevas enfermedades relacionadas con el estrés laboral y la desocupación. Y que el trabajo genera estrés ya no es una novedad. Pero la variante del síndrome de "burn out" es una patología severa y crónica que se está extendiendo cada vez más en todos los ámbitos laborales, causando desórdenes psicosomáticos originados en la falta de adaptación a las nuevas reglas sociales y de mercado.

El término Burn-out, creado en 1974 por el psiquiatra Herbert Freudenberger, alude a la figura de arder o consumirse que sufren los que padecen este síndrome, superados por las situaciones que deben enfrentar y que los sume en un estado de agotamiento físico, emocional y mental, causado por situaciones emocionalmente demandantes.

La feroz competitividad e inseguridad que rigen en el ámbito laboral, las exigencias del medio, los cambios trascendentales en los enfoques de vida y las costumbres, condicionan un ritmo vertiginoso, que genera angustia, agotamiento emocional, trastornos en los ritmos de alimentación, actividad física y descanso, con dolencias físicas, psíquicas y factores de riesgo que ponen en jaque la salud de los individuos del nuevo milenio.

El hombre, como entidad compleja, puede habituarse a circunstancias adversas, pero al verse superados los procesos de adaptación, se origina un desborde que ocasiona trastornos orgánicos y psicológicos; el individuo superado por sus circunstancias laborales, agotamiento físico y emocional comienza a generar situaciones autodestructivas.

Los primeros casos que se detectaron fueron en profesionales de la salud, como médicos y cirujanos, también se comprobó que en profesores y personal docente habían síntomas similares.
Las investigaciones avanzaron y se descubrió que en todas las actividades existen sujetos que pueden sufrir este síndrome, y que aun cambiando de actividad laboral, se verán afectados por el problema.

En los últimos años se descubrió que quienes trabajan en compañías de tecnología, y suelen pasar muchas horas ante la pantalla de la Pc en soledad, también pueden ser superados y su cabeza "quemarse" sin poder manejar las situaciones de responsabilidad y trabajo.

Un síntoma perceptible para el entorno de un posible "burn out" es su aislamiento familiar. El enfermo pasa muchas más horas de las normales en el trabajo y se olvida del contacto con su familia, no puede asistir a ningún evento de los hijos y al llegar a su casa está distraído, sin prestar atención a su entorno. Pierden la capacidad de disfrutar del ocio y sienten que nunca llegan a cumplir con su trabajo.

La vocación por el trabajo puede ser un arma de doble filo: brinda satisfacción si se crece profesionalmente, pero también puede ocasionar desilusión y apatía si la propia tarea es percibida como intrascendente. En este último caso, el estrés crónico puede producir algunos síntomas como: resistencia a concurrir al trabajo, culpa y pérdida de la autoestima, miradas frecuentes al reloj, pérdida del interés e indiferencia, insomnio, dolores de cabeza, problemas conyugales y familiares, entre otros.
Cuando varias de estas señales se combinan, hay que replantearse la forma de trabajar, incluida la extensión de la jornada y la relación con pares y superiores.


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