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Hasta la primera mitad del siglo pasado el hombre vivió de espaldas a las consecuencias de su intervención en el entorno, y fue recién después de la Segunda Guerra Mundial, cuando adquirió conciencia de las implicancias que sus acciones tienen sobre el medio ambiente y su entorno.
Las bombas de Hiroshima y Nagasaki, la crisis del petróleo y el agotamiento de otros minerales, la destrucción de la capa de ozono, la constatación del cambio climático, la peligrosidad de muchos productos naturales y sintéticos, los desastres naturales imprevisibles, pusieron de manifiesto que la intervención indiscriminada del hombre sobre el medio ambiente no es inocua.
La construcción, como uno de los factores claves del desarrollo industrial, no es una isla: la actividad que discurre dentro de los edificios tiene importantes efectos sobre el medio ambiente y las personas que debemos tener en cuenta.
- El desarrollo sostenible El concepto de desarrollo sostenible empieza a gestarse cuando en los países industrializados despierta la conciencia de cómo algunas conductas afectan significativamente la disponibilidad y calidad de los recursos naturales necesarios para vivir. Y cómo éstas pueden comprometer la posibilidad de las generaciones futuras de contar con los medios para mantener o mejorar su estándar de vida. El desarrollo sostenible puede ser definido entonces como "un desarrollo que satisfaga las necesidades del presente sin poner en peligro la capacidad de las generaciones futuras para atender sus propias necesidades". Esta definición fue empleada por primera vez en 1987 en la Comisión Mundial del Medio Ambiente de la ONU, creada en 1983. Como vemos, el concepto de desarrollo sostenible es relativamente nuevo y está construido sobre un consenso basado en principios éticos y consideraciones de largo plazo. Actualmente, los países industrializados y en desarrollo presentan distintos grados de avance en cuanto a la aplicación de políticas para su implementación, aunque se puede decir que ningún país sigue cabalmente el camino de la sustentabilidad, con todo lo que ello significa. Como estrategia de desarrollo requiere manejar los recursos naturales, humanos, financieros y físicos con el fin de alcanzar una mejor calidad de vida para todas las personas y, al mismo tiempo, velar porque el consumo actual, acompañado de una degradación de los recursos - suelo, bosques, pesca y energía - no afecte el bienestar de las generaciones futuras. Alcanzar la meta del desarrollo sostenible implica avanzar lo más simultáneamente posible en sus cuatro dimensiones: económica, humana, ambiental y tecnológica. Cada país aplica sus propias estrategias, las cuales dependerán de las prioridades asignadas por los gobiernos y la población en su conjunto. En términos económicos, los países industrializados utilizan mayor cantidad de recursos naturales y consumen más energía que los países en desarrollo. Estos últimos comprometen sus recursos naturales para lograr una mejor calidad de vida (superar la pobreza, mejorar el acceso a los servicios básicos e igualar los ingresos). Los países en vías de rápida industrialización pueden aprovechar las experiencias de los países industrializados, incorporando nuevas tecnologías, más eficientes y más limpias, en el desarrollo de sus sectores industriales. (...) La nota completa, en el número impreso |