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La sociedad de consumo progresa, la tecnología progresa. Los teléfonos móviles, las computadoras, las agendas electrónicas, los reproductores de música, marcan la pauta de esa ley mercantil que reduce la duración del aparato, destierra el servicio de reparaciones y genera enormes cantidades de "basura electrónica" o "e-scrap", con su carga de metales y derivados plásticos, a la que se suman los electrodomésticos convencionales, los juguetes y las pilas.
¿Qué hacemos con el e-scrap?
La masiva proliferación y recambio de equipos electrónicos en las oficinas y en el ámbito doméstico ha tenido lugar sin que se desarrollasen, al mismo ritmo, estrategias de gestión sobre los residuos que se generan cuando estos aparatos quedan obsoletos.
La necesaria actualización tecnológica genera una enorme cantidad de equipos informáticos en desuso tanto en el ámbito de la actividad industrial y de servicios, como en el doméstico, a la que se suman los equipos para uso general como teléfonos celulares, video-casetteras, juguetes, etc., y las baterías y pilas asociadas a estos.
De acuerdo con este panorama, algunas informaciones establecen que los RAEE (Residuos de Aparatos Eléctricos y Electrónicos) estimados en el 2006 en nuestro país, serán de alrededor de 13.450 toneladas métricas. Es decir que en el 2006 los RAEE representarán el 11% de los Residuos Sólidos Urbanos, y de no mediar un manejo sustentable, las PC obsoletas en particular y las RAEE en general, terminarán en vaciaderos municipales que no fueron pensados ni están preparados para manejar los desechos que genera este tipo de residuo: plomo, fósforo, cadmio, níquel y plásticos bromados, entre otros.
Los motivos detrás de este drástico incremento de los RAEE son múltiples: la evolución vertiginosa de la tecnología, el costo y/o falta de conocimientos técnicos para la reparación, las dificultades para encontrar repuestos, la caída de precios de equipos nuevos, la mentalidad consumista voraz, la informatización de la sociedad y la falta de incentivos para la reutilización de equipos, son circunstancias que se combinan para crear un grave problema medioambiental.
La presencia de un aparato eléctrico o electrónico en un vaciadero, también representa un desperdicio de recursos, ya que, si no se recicla el equipo, los recursos que contiene se pierden. No obstante, los procesos de producción se intensifican y generan cada día más demanda de materiales. El resultado de este conjunto de circunstancias roza el absurdo: por un lado tiramos materiales valiosos y, por el otro, buscamos más materia prima en la naturaleza, una actividad que crea presión sobre los sistemas naturales debido al impacto de los procesos de extracción, refinamiento y transporte.
Una forma de entender el problema del desperdicio es la carga ecológica asociada con materiales y productos específicos. Este término se refiere a la cantidad de residuos generados durante el proceso de fabricación. Consideremos cuatro metales utilizados en los aparatos eléctricos y electrónicos y cuatro productos de consumo comunes:
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Material
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Residuos generados como resultado del proceso de producción
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| 1 Kg de aluminio primario |
5 Kg
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| 1 Kg de hierro primario |
14 Kg
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| 1 Kg de cinc |
27 Kg
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| 1 Kg de cobre |
420 Kg
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| 1 cafetera eléctrica |
298 Kg
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| 1 teléfono móvil |
75 Kg
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| 1 PC |
1500 Kg
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| 1 anillo de oro |
2000 Kg
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El vertido de RAEE sin tratamiento previo también supone un riesgo para el medio ambiente. En el caso del plomo, los materiales ignífugos bromados y el cadmio -tres sustancias presentes en la gran mayoría de los equipos electrónicos de consumo- este riesgo es elevado.
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