Las empresas que contratan hoy una obra de arquitectura no esperan sólo garantías en el terreno del diseño sino también en el cumplimiento de plazos y de un presupuesto. Aquí, un modelo posible para llegar a buen puerto.


El gerenciamiento para obras de arquitectura surge como una respuesta a la necesidad de dotar a este tipo de procesos de un planteo más integral que no considere solamente el área de proyecto.
Durante la década del '90, el tamaño y el tipo de obras de arquitectura que se realizaron en la Argentina cambió sustancialmente, como consecuencia de lo cual aparecieron emprendimientos inmobiliarios y obras netamente comerciales. En medio de un país más estable, se empezó a exigir que las obras de arquitectura no estuvieran centradas sólo en el diseño, sino también en el cumplimiento de plazos y de un presupuesto. Este cambio no es sólo el agregado de dos variables más a controlar, sino que implica un nuevo concepto para "pensar" una obra desde el inicio del proyecto.
El Gerenciamiento presupone la planificación previa de presupuestos, de tiempos y de estándares de calidad a cumplir. Son estos parámetros básicos los que, una vez definidos, deberán planificarse y monitorearse desde el principio del proyecto (o sea, antes de que esa idea de Obra se empiece a volcar en el papel) hasta el momento en que la Obra se transforme en un bien de uso.
En el marco de obras desarrolladas con altas exigencias en lo que hace al cumplimiento de costos, plazos exiguos y altos estándares de calidad, la relación entre los Proyectistas, los distintos Contratistas y el Comitente merece una consideración especial. Resulta útil, por lo tanto, la aparición de la figura del Gerenciador de Obra o Auditor global del Proyecto que analiza el Proyecto como un todo: el proyecto en sí mismo, su administración económico financiera, el cumplimiento de tiempos y la coordinación, el marco legal de los Pliegos y Contrataciones y la ejecución de la Obra.
Este control de gestión funciona como nexo dentro de la obra y tiene independencia de criterio respecto de los operadores y de los intereses de los involucrados en el proyecto.
El proyecto así concebido puede dividirse en las siguientes etapas:
· Estudio de factibilidad
· Diseño básico
· Definición del Proyecto
· Implementación del Proyecto
· Desactivación de la Obra

Dentro de cada una de estas etapas, se realizan constantemente tareas de programación, monitoreo de esa programación e informes, que dan cuenta de los avances y que permiten la toma de decisiones para la corrección de los desvíos que inevitablemente se producen respecto de las pautas programadas.
Durante la etapa de Estudio de Factibilidad del Proyecto, se deben definir los objetivos del proyecto en cuanto a su configuración:
· el plazo de ejecución
· el costo
· los parámetros de calidad
· los rendimientos a exigir

Es importante que, en esta etapa, si bien los análisis son necesariamente globales, los objetivos no estén centrados solamente en los planes políticos a cumplir.

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