La incidencia del consumo de energía preocupa cada vez más a los responsables del control de costos de las empresas.Un especialista en el tema explica claramente cómo auditarlos y planear un uso racional de la energía.

La política energética que se está implementando en la actualidad en nuestro país -escenarios de precios crecientes con riesgos significativos de abastecimiento y reducción de los estándares de calidad y servicio eléctrico- está promoviendo en las industrias y compañías del tercer sector cada vez más atención en la incidencia del precio y una adecuada política de consumo para poder determinar, de esta manera, su impacto en la estructura de sus costos y en la satisfacción del usuario. Una herramienta fundamental de cualquier programa de eficiencia en la administración de energía de un edificio y/ o una empresa, es la auditoría energética, y en ella, podemos identificar dos partes esenciales:

- El análisis de costos y

- Su utilización


La auditoría de servicios energéticos es una herramienta de gestión, a través de la cual se trata de medir y evaluar (cuantificar) el comportamiento del servicio, bajo un determinado modelo productivo y mediante una determinada metodología. Si bien una auditoría de servicios por sí sola ya produce resultados y beneficios, hay que destacar el valor añadido que se obtiene tras la repetición continua de la misma.
La auditoría energética es aquel proceso riguroso de análisis del sistema energético de un inmueble. Dicho proceso de evaluación permite detectar errores e implementar acciones correctivas que se ponen en marcha y forman parte de las futuras normas de actuación a aplicar en el control de gestión.
La realización de una auditoría energética es también una oportunidad para establecer un planeamiento sobre la manera de utilizar este insumo. Es decir, no es solamente un ejercicio técnico para la evaluación de la demanda o de las instalaciones, sino también una herramienta de gestión que permite una sistematización y un feed-back del funcionamiento energético de la unidad productiva, con la finalidad de evaluar el progreso hacia los objetivos de eficiencia energética marcados por la organización.
En definitiva, se busca responder a la pregunta de si la organización está consiguiendo el adecuado control y retorno al gasto realizado por el consumo de electricidad.
La metodología impuesta para una correcta auditoría energética apunta a la necesidad de abordar e incorporar conceptualmente sistemas y métodos orientados a la eficiencia energética. En el aspecto administrativo -revisión de la factura-, es función del reconocimiento de posibles desviaciones que podrían existir en materia de contrataciones de demanda, de sobrecostos por excesos de potencia o desviaciones de consumos, de inadecuados modelos tarifarios o contractuales.
Adicionalmente, se debe buscar la existencia de probables errores en la facturación, también podrían existir posibilidades de cambio en las modalidades de consumo del usuario. Es así que se plantea como hipótesis general que la implementación de este tipo de medidas conlleva a un mejoramiento integral del gerenciamiento energético y a una mayor eficiencia en el establecimiento de costos, en la medida en que el control de las facturas y del uso de la energía se establezca como una metodología cotidiana.

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