Es frecuente encontrarse, en las obras de equipamiento y refacción de oficinas, con trabajadores que asumen riesgos innecesarios y contratistas y subcontratistas que se manejan con deficiencias legales en cuanto a la seguridad de su personal. Corregir ambas carencias es la única manera de no tener que lamentar pérdidas humanas y materiales

Cruzo la puerta y veo a un durlero (colocador de Durlock) montado a caballito en una escalera corta e insegura, moviéndose por la obra sin bajar de ella, cual jinete encima de su bravo corcel. A su lado, un instalador eléctrico ha pelado los cables terminales de su taladro y los ha insertado en un tomacorriente directamente, sin el enchufe (sólo por un ratito). Y, un poco más allá, otro operario salta huecos sin tapar -abiertos en el piso técnico hace sólo una semana- y sin señalizar. ¿Son estos hechos aceptables en una obra en construcción o se trata de posibles y evitables causas de accidentes?
Aunque la respuesta a esa pregunta parece obvia, en las empresas dedicadas al equipamiento y refacción de oficinas, es muy común observar actitudes como las mencionadas en el personal en obra. Y cuando en nuestro carácter de responsables de seguridad, nos acercamos para corregir esos desempeños, recibimos como respuesta: "En los años que llevo trabajando, nunca sufrí un accidente". Este es un comentario muy frecuente, sobre todo en los trabajadores con muchos años de experiencia y que nunca han recibido un curso de capacitación sobre la cuestión de la seguridad en las obras.
Parece mentira que, en pleno 2004, todavía pueda verse a gente que trabaja al borde del abismo, o expuesta a recibir descargas eléctricas por no poner un simple tomacorriente en una herramienta, o dedicada a soldar una pieza sin anteojos apropiados, o que mantiene el lugar de trabajo en total desorden, con maderas y clavos salientes, empalmes eléctricos defectuosos y un largo etcétera; ni que hablar de aquellos que se sientan en los antepechos de las ventanas, sin ningún medio de sujeción y de espaldas al vacío, porque "total... en dos minutos esto queda listo".
Estos son algunos de los graves problemas que los responsables de la seguridad encontramos a diario y que podrían resumirse en el hecho de que solemos enfrentarnos a personas que parecen buscar "desafíos extremos" y debemos convencerlas de que esos desafíos son para los dobles de las películas y no para ellos. Por supuesto, esos dobles encaran esos desafíos aplicando extremas medidas de seguridad o, de lo contrario, muy pocoas películas tendrían un final verdaderamente feliz.
Muchas veces, al ingresar en el ámbito de una obra, parece que estuviéramos entrando en un teatro para una función de malabaristas, equilibristas y magos que practican toda clase de movimientos desafiando las leyes de la física y del sentido común. Claro que, a diferencia de aquellos profesionales, que dedican su vida a entrenarse para una práctica que los expone a riesgos mortales, a los trabajadores de la construcción les falta justamente eso: el entrenamiento y la capacitación.

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