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He aquí una palabra que parece encerrar en sí misma las características más sobresalientes y significantes de la administración moderna: CRISIS. Sus seis letras representan la realidad cotidiana a la que se enfrenta cualquier ejecutivo en cualquier empresa, sin distinción de tamaño, personal ocupado o poderío económico. La crisis es una compañera inseparable del quehacer cotidiano con la cual se tiene una relación de amor-odio y de temor-placer sin igual. Es ella la que señala el traspaso de un status quo a otro; la que permite el proceso de depuración que filtra del mercado (y de la naturaleza) a todo operador ineficiente y facilita la aparición de nuevos y más poderosos participantes.Como se ve también en la simbología china, la crisis representa el riesgo y, tras éste (al que podríamos pensar como parte de ella), la oportunidad. Todo emprendedor esta esperando la crisis al igual que el surfista la ola: cuanto más poderosa, soberbia e imponente sea ésta, más se destacarán sus habilidades.Décadas atrás, cualquier crisis se encontraba convenientemente separada por un período de relativo sosiego. Hoy, en cambio, las crisis se van yuxtaponiendo a tal punto que un proceso de crisis da origen a otro, y así sucesivamente. La crisis es una característica de la vida económica actual: el nivel de competitividad, la globalización, el vertiginoso ritmo en el cambio tecnológico, el proceso de innovación y mejora constante hacen que la crisis sea una consecuencia inmediata, sin perder su función de origen del mismo proceso.Nuestros no muy lejanos antepasados enfrentaban las crisis con una fórmula sencilla pero no menos efectiva para su tiempo: aplicaban la estrategia del burro de poner el lomo y trabajar el doble; ante la crisis, mayor esfuerzo y punto.En la realidad actual, tal fórmula está lejos de dar respuesta al problema. La Dirección sabe que la solución reside en la selección de la respuesta correcta; entendiendo por ésta el correcto diagnóstico, el buen direccionamiento y aplicación de los recursos escasos, la búsqueda y consecución de los objetivos esenciales y la obtención de la renta requerida para la sustentación y sobrevida del negocio. Como ya se dijo, la crisis no distingue entre grandes o pequeñas empresas. Unas y otras tienen ventajas y desventajas al enfrentar la crisis, pero todas están expuestas a las consecuencias de actuar en un mundo globalizado, sobre todo a una característica crucial que ya nadie puede soslayar y que se conoce con el nombre de efecto mariposa: cuando una mariposa mueve sus alas en el Amazonas, se desata un huracán en el Japón. La crisis provoca en el ámbito empresario un proceso traumático y a veces devastador. En ella, la Dirección tiene el papel más destacado. Veremos a continuación algunos de los paradigmas, mitos, preconceptos y esquemas de pensamiento encallecidos que aletargan o hacen ineficiente su actuación.
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