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Todo cambia. Y como parte de ese proceso de cambio, sabemos que también cambian las modalidades de trabajo de las empresas. El profesionalismo ahora, no sólo se puede evaluar por la cantidad de conocimientos adquiridos académicamente, sino y fundamentalmente, por los resultados que se obtienen a partir de la intervención de esos profesionales. Antes, un corredor inmobiliario con "olfato", de preferencia amigo de alguno de los directores (o de sus secretarias) era suficiente para orientar los destinos de la localización de las empresas. Decisiones que se tomaban a puertas cerradas en el directorio y que luego, eran comunicadas al personal como un hecho consumado. Una preferencia personal -gusto, estatus o familiaridad- de alguno de los directores, definía el rumbo de la búsqueda como una suerte de designio inamovible. Los resultados muchas veces (generalmente diríamos) dejaban mucho que desear. Malas inversiones en inmuebles, imposibilidad de realizar planes de futuras ampliaciones, y lo que resultaba más común, descontento y en muchos casos deserción de personal valioso para la empresa. Afortunadamente, como sabemos los que actuamos en FM, el recurso humano es cada vez más tenido en cuenta, no sólo en lo que se refiere a su comodidad en el espacio de trabajo, sino también en todo lo concerniente a sus tiempos, posibilidades de traslado y por qué no también, preferencias particulares. Por otro lado, las empresas no pueden darse ya el lujo de "perder" en una mala inversión y mucho menos si también se encuentra en juego su imagen institucional. (...) La nota completa, en el número impreso |