Seguramente, el mayor desafío para un Facility Manager sea desarrollar su profesión en el ámbito de la Administración Pública. Pero, trasponer e implementar esta disciplina desde el ámbito privado, no es una tarea sencilla.

La dimensión y la trascendencia que el FM ha adquirido a nivel mundial han superado a las más optimistas de las previsiones. Veamos algunos ejemplos del crecimiento de esta disciplina:
· El mercado europeo actual se calcula en más de 170 billones de euros, (con una tasa de crecimiento promedio del 15% anual);
· El mercado de EE.UU. se estima en más de U$S 200 billones y en permanente expansión;
· El valor del mercado australiano representa el 4% del PBI de ese país.
Si bien el motor de este crecimiento ha sido el sector privado, en los últimos años las administraciones públicas de diversos países, conscientes de esta realidad y de sus beneficios, han iniciado fuertes procesos de cambio, tendientes ha implementar las técnicas y procedimientos del FM dentro del universo de sus activos inmobiliarios.
Es precisamente en este segmento donde vamos a encontrar, sin lugar a dudas, la mayor concentración de activos pasibles de obtener beneficios del FM.
Para dar una idea sobre la trascendencia de este concepto, basta con recordar que en el presupuesto de gastos públicos, el rubro mantenimiento y operación del Estado es sólo superado por el gasto en recursos humanos.
El contexto político, las exigencias operativas, las limitaciones de toda índole, la inmensa cantidad de normas y procedimientos a cumplir (cultura burocrática), la falta de información, la escasez de recursos, la carencia de inversión, la falta de capacitación, los centros de poder y de influencia, los riesgos legales involucrados y los millones de m2 a mantener, operar y optimizar, así como su diversidad (escuelas y universidades, hospitales y centros asistenciales, edificios de oficinas, bibliotecas, museos, patrimonios históricos, guarderías, teatros, etc.) y otras tantas variables, hacen que, este complicado desafío, sea al mismo tiempo una gran oportunidad.
Y esta oportunidad se basa en la posibilidad cierta e histórica, de que el FM genere un cambio transformador y sustentable que permita cumplir con, por lo menos, tres objetivos de base:
1. Ser una fuente de recursos para el Estado y no un gasto recurrente e improductivo.
2. Poder aplicar sistemáticamente políticas y procedimientos pro-
activos y no reactivos.
3. Generar un alto nivel de satisfacción del cliente (ciudadano) y del usuario (empleado público)
El FM como fuente de recursos en el Estado
Así como en la actividad privada el FM es responsable por el manejo, en promedio, del 40% del valor de los activos corporativos, en la actividad pública, su influencia es mucho mayor, dada la diferencia de los universos y su valor relativo.
En líneas generales, los Estados son los mayores empleadores y los que poseen la mayor cantidad de m2, (propios o alquilados). Así, los activos mobiliarios e inmobiliarios de orden público alcanzan cifras multimillonarias. Y es precisamente en esta masa crítica donde se genera una gran oportunidad de optimización y de generación de recursos.
A modo de ejemplo:
¿Qué sucedería, si en un universo de 30 millones de m2 de edificios públicos (ciudad mediana/grande) se realizara un proceso de optimización de espacios?.
Asumiendo, conservadoramente, un índice de optimización del 10%, tendremos 3 millones de m2 para libre disponibilidad, ya sea para alquilarlos, enajenarlos o reasignarles otros destinos para cubrir otro tipo de necesidades, que coyunturalmente pueden llegar a ser más prioritarias.

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