Muros vegetales

Los muros verdes y los jardines verticales comienzan a ser un paisaje habitual en las ciudades y los edificios. Se trata de un recurso para crear un entorno más natural dentro del hábitat urbano, adaptado a la realidad de la falta de espacio, que ayuda a mitigar los efectos del cambio climático, a controlar la temperatura disminuyendo el efecto “isla de calor”, a reducir la contaminación ambiental y a embellecer nuestras ciudades y los espacios donde vivimos.

El crecimiento demográfico tiene consecuencias directas sobre el entorno construido. Actualmente, más de la mitad de la población mundial vive en las ciudades; esto implica que los asentamientos urbanos son cada vez mayores, el parcelamiento es más pequeño y la superficie cubierta con cemento es más grande. Al mismo tiempo, el cambio climático está produciendo un aumento de las temperaturas globales, derretimiento de los hielos del Ártico, lluvias excesivas, sequías, temperaturas extremas, etc.

En este escenario cada vez más degradado, es importante comenzar a pensar en soluciones que colaboren con la preservación del ecosistema. Un modo de crear un entorno más natural dentro de los ambientes urbanos, adaptado a la realidad de la falta de espacio y que ayude a mitigar los efectos del cambio climático, consiste en destinar el techo y las paredes de los edificios para cultivar jardines. Si bien esta práctica no constituye una solución per se, cuando forma parte de una estrategia de infraestructura urbana más amplia, ayuda a controlar la temperatura disminuyendo el efecto “isla de calor”, mejora el manejo del agua de lluvia, reduce la contaminación ambiental y embellece nuestras ciudades.

 

Antecedentes y clasificación

Ya existen antecedentes de jardines verticales en épocas tan remotas como el año 600 AC: los jardines colgantes de Babilonia fueron muy famosos en su tiempo y los relatos de su magnífico aspecto han llegado hasta nuestros días. Construidos por Nabucodonosor II aproximadamente en esa fecha, se cree que fueron destruidos por la actividad sísmica alrededor del siglo II AC.

Entre los vikingos, en el siglo X DC, también era habitual el uso de vegetación, tanto en el techo como en los muros, a fin de mitigar los rigores del clima. Y, asimismo, encontramos gran cantidad de ejemplos durante el medioevo, con solo pensar en la imagen de los grandes castillos de piedra cubiertos de enredaderas y trepadoras.

En la actualidad, también encontramos hermosos muros exteriores tapizados de vegetación, especialmente en las zonas suburbanas, y bellos jardines colgantes naturales en algún acantilado o barranco cargado de plantas.

 

  • Muro verde

Un muro verde se desarrolla sobre una  pared exterior, con plantas -en su mayoría trepadoras- que enraízan en la tierra y que, a través de sus ventosas o zarcillos, se aferran al paramento y van creciendo verticalmente cubriendo toda la superficie. La fijación de las plantas se hace directamente sobre el muro, o se realiza mediante el uso de mallas o alambres que ayudan a sostenerlas.

Si bien las plantas trepadoras han sido usadas durante siglos para cubrir muros y aún hoy las vemos cubriendo medianeras que, de otra manera, estarían a la vista, las ventosas o zarcillos que las sostienen pueden dañar la superficie de la pared, producir humedad y atraer insectos. Además, necesitan un mantenimiento regular debido a su rápido crecimiento ya que se trata, en líneas generales, de especies muy invasivas.

Sin embargo, podría ser una alternativa económica en cuanto a su sencillez de armado. En este caso es conveniente utilizar plantas caducas que permitan que las paredes puedan estar en contacto directo con el sol y el aire en épocas invernales, cuando las plantas pierden el follaje y descansan. De esta forma se compensa un poco la humedad que generan en los meses de primavera y verano con todo su follaje cubriendo la pared.

 

  • Jardín vertical

El pionero de los jardines verticales es el biólogo francés Patrick Blanc quien, a partir de la observación de barrancos y taludes naturales en el trópico, ideó un sistema de poco peso para lograr el propósito de cubrir los muros con vegetación.

Existe una gran variedad de sistemas de jardinería vertical, dependiendo del lugar donde se los quiera instalar, del tipo de plantas que se prefieran y del espacio disponible. Se crean sobre una estructura libre construida para tal propósito o sobre una pared existente mediante el uso de geotextiles materiales de polipropileno, piedras, estopa de coco, canastas de alambre, etc. Se pueden construir a partir de paneles modulares o de mantas pre-plantadas que luego se fijan a un marco estructural o a una pared.

Pueden desarrollarse en muros nuevos o existentes, fachadas, paredes exteriores o interiores, patios o galerías. Al crearse el nicho de desarrollo este se puede ubicar en cualquier espacio.

Los jardines verticales no tienen contacto con la superficie sobre la cual se aplican, porque el sistema de anclaje utilizado, se realiza a través de estructuras especialmente formuladas y amuradas a la pared, logrando una cámara de aire entre el paramento y la batea contenedora de sustrato para las  plantas. Por este motivo no producen humedad en el muro.

El muro sobre el que se aplican estos sistemas no debe tener ningún tratamiento especial, pero siempre conviene tener en cuenta el estado de la pared si esta no es nueva, ya que si es muy antigua habrá que cuidar que el estado de los materiales soporte el peso y el amure de los anclajes del sistema de anclaje de las plantas.

En general, el mantenimiento de estos jardines es muy simple: la irrigación y la fertilización están automatizadas, las podas son de limpieza de hojas o flores secas, el control de plagas, de ser necesario, se realiza mediante pulverización, y si hiciera falta algún recambio de ejemplares o se requiriera un rediseño, se retiran las existentes y se colocan las especies nuevas.

La expectativa de vida útil es igual a la de cualquier jardín, siempre que se hayan tomado los recaudos necesarios en su diseño e instalación, y se realice un mantenimiento periódico necesario.

 

Principios de diseño

Existen ciertas consideraciones que hay que tener en cuenta al momento de planear el diseño de un muro verde: temperatura y humedad, orientación, y exposición al viento. Estas variables tendrán distinta importancia de acuerdo con la localización del muro y las especies elegidas.

  • Temperatura y humedad.

En el caso de los muros verdes y los jardines verticales ubicados sobre paredes exteriores, habrá que tener en consideración los valores de temperatura y humedad medias en el sitio de implantación. En el caso de jardines ubicados en el interior, habrá que considerar que el rango de temperatura del aire acondicionado y la ventilación a lo largo del año se encuentren dentro de límites aceptables para el normal crecimiento y supervivencia de las especies. La humedad por condensación también puede representar un problema que habrá que controlar.

  • Orientación.

La orientación del respaldo determinará si el muro vegetal recibirá o no radiación directa y la cantidad de iluminación recibida. En el caso de plantaciones ubicadas en el exterior, será importante tomar en cuenta las sombras que arrojan las construcciones colindantes en las distintas estaciones del año. La orientación –que determinará el grado de asoleamiento- junto con la altura, condicionarán en gran medida las necesidades de irrigación y las especies que se podrán cultivar con éxito.

En el caso de plantaciones ubicadas en el interior, será importante que se encuentren cerca de una fuente de luz natural para contar con la posibilidad de asoleamiento. En caso contrario será necesario contar con una fuente de luz artificial.

En el caso de paredes verdes y jardines verticales ubicados en el exterior, es importante tener en cuenta la exposición al viento. En los edificios en altura, la velocidad del viento aumenta conforme aumenta la altura y esto puede tener influencia en el crecimiento de las plantas. Además, será un factor al considerar los sistemas de anclaje del sustrato.

  • Vegetación.

Las especies se eligen dependiendo de si el muro es exterior o interior. Es conveniente trabajar con vegetación de poco tamaño y crecimiento lento. No deben utilizarse especies leñosas ni plantas grandes ya que los espacios para los enraizados son limitados. Todas las especies que se utilizan se deben adaptar a la verticalidad.

Se pueden intercalar especies que produzcan volumen con otras que tapicen el panel. Pueden ser variedades de helechos, hiedras, algunas plantas de interior como el spathyfillium y también pueden utilizarse especies de huerta como frutillas, lechugas, radicheta y ciboulette, entre otras.

 

Los beneficios

  • Ahorro de energía.

Debido a las propiedades aislantes de la masa vegetal y a la sombra arrojada sobre los paramentos exteriores, se necesita menor cantidad de energía para climatizar los espacios interiores del edificio. En términos generales, los muros verdes tienen un menor efecto aislante térmico que los jardines verticales debido a su menor masa.

Además, las plantas pierden agua hacia el medio mediante la evapotranspiración; ese cambio de fase utiliza el calor del aire del entorno de modo que, además de aumentar la humedad ambiental disminuye la temperatura del aire. En entornos cálidos, la presencia de vegetación puede llegar a refrescar la temperatura de 1 a 5 ºC. Se calcula que una reducción de 5 ºC de la temperatura exterior adyacente podría suponer ahorros en refrigeración de cerca de un 50%.

En invierno, las especies perennes protegen la pared de las pérdidas de calor, y el efecto aislante podría llegar a ser de un 30%.

  • Aislación acústica.

Las formaciones o barreras vegetales pueden tener un cierto efecto de amortiguación del ruido, actuando como pantallas acústicas.

  • Mejoramiento de la calidad del aire interior.

La vegetación puede capturar agentes contaminantes tales como polvo y polen, y puede filtrar el aire de gases tóxicos y VOCs (compuestos orgánicos volátiles) provenientes de pegamentos y otros elementos presentes en el aire interior. Estas propiedades que tienen ciertas plantas suelen ser usadas en muchos edificios para combatir el “Síndrome del Edificio Enfermo” (SEE).

  • Disminución del efecto “isla de calor”.

Un área metropolitana puede alcanzar temperaturas de entre 3º C y 5º C más altas que las regiones circundantes en un día de verano caluroso. Este fenómeno se llama “isla de calor urbano”, y se produce debido a que en las ciudades, el pavimento y los materiales de los edificios absorben el calor del sol provocando un aumento de la temperatura y dificultando su disipación durante las horas nocturnas. Los muros vegetales pueden ayudar a disminuir este efecto a través de la evaporación y la transpiración de las plantas.

  • Reducción de la polución ambiental.

La gran superficie expuesta de vegetación en un muro verde o un jardín vertical, es capaz de filtrar las finas partículas del aire, actuando como filtros verdes frente a la contaminación atmosférica, fijando las partículas en suspensión del entorno urbano y absorbiendo CO2, uno de los principales gases responsables del “efecto invernadero”.

  • Mejoramiento de la calidad de vida.

Cuando se incluyen plantas en los lugares de trabajo, los síntomas atribuidos al SEE disminuyen en un 23% y también se reducen las señales de estrés. La interacción con plantas, tanto pasiva como activa, puede cambiar la actitud, el comportamiento y las respuestas psicológicas de las personas. Los niveles de estrés se reducen tan solo mediante la observación pasiva de un lugar verde a través de una ventana. Estudios realizados con oficinistas demostraron que el estrés disminuye en aquellas personas cuyas oficinas tienen vistas hacia exteriores con plantas.

Las plantas constituyen un factor de satisfacción. En un mundo cada vez más dominado por los avances tecnológicos, estas representan un vínculo con la naturaleza, estimulando la conciencia de una realidad menos artificial. Sus efectos son positivos tanto para la percepción como para la disposición frente a las tareas.

Algunos estudios muestran que en los edificios donde no hay plantas hay mayor ausentismo y disminuye la productividad en un 12%. Para los trabajadores que permanecen más de 4 horas frente a una computadora, la introducción de plantas aumenta la concentración y el bienestar.

  • Mejoramiento de la calidad del paisaje urbano.

Mejora la estética en las fachadas o muros donde se aplican, añadiendo valor al entorno.

  • Otorga puntos para certificación LEED.

Los muros vegetales podrán contribuir con la obtención de puntos en diferentes categorías de crédito cuando los proyectos cumplan con los requerimientos necesarios.